ESPLENDOR
Aprendí la traición del esplendor
que sucede a la noche arrodillada
sobre el regazo vacío de las sombras
en el luto reclinadas.
Me creí con derecho a reclamarle
que apagara el fulgor que me ultrajaba
que eclipsara el relumbrar de un nuevo día
que pintara en gris y negro la alborada.
Me afrentó con otro día cruel y ufano
con un limpio brillo azul entre mis manos
alardeando, inconmovible y exaltado,
de un radiante cielo raso y despejado.
Aprendí la indiferencia de la luz
ante tantas cenizas apagadas,
su hastío de dolores insondables,
su cansancio de tristezas reiteradas.
Y pregunto: “¿qué le importa al universo
tu destino, mi destino, nuestra historia?"
Este día, otro día esplendoroso…
Siempre habrá quién lo celebre jubiloso.
Madre, madre
Yo quisiera recostarme en tu regazo
que me guardes de este ciego resplandor
cerrar los ojos, que no me deslumbre la luz
Madre… ¿dónde estás?