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 EXTRACTO DEL PRÓLOGO POR ÁLVARO MEDINA DE TORO

El poemario “Cielos Rasos”, de Pilar Elvira, se inserta en la larga estela de la poesía elegíaca…..La elegía, dentro del género lírico, es sabido que suele tener como motivo el lamento por la desaparición o pérdida de un ser querido, o la reflexión acerca de algún acontecimiento luctuoso.

Aquí apreciamos ya la primera diferencia esencial de los poemas de Pilar Elvira, pues aun siendo innegablemente una reflexión poética sobre la muerte de un ser inmensamente querido, y aunque sus versos destilen valerosamente el dolor tan intenso de una madre, no hay en ellos amargura ni desesperanza. Asistimos más bien al espectáculo de cómo la autora se enfrenta – con armas tan sencillas como eficaces - a la pena y al vacío para derrotar a la una y conjurar el otro: un espectáculo de dignidad.

Vemos en Cielos Rasos  cómo la desesperación que aflora en muchos de los poemas (¡Ahí Estabas!, Lunas Brunas, Guitarra, Derivas, Nieve y otros) está siempre atemperada por la esperanza, por la confianza, por la rara percepción de un sentido compasivo en la realidad más dura, en un gesto natural y consistente que trasciende la desgracia y llena de emoción…. Demuestra, en suma, la autora que hay en ella un amor que supera y derrota a la muerte (Amor Esférico); pues si ella lo percibe, es que es real y la acompaña “ininmutable”. Es un gesto sostenido que atraviesa el poemario de principio a fin: “Te fuiste con ella y no nos dejaste…”, en Confidencia.

Hay en el estilo del poemario resonancias clásicas, de la mejor poesía mística española, cosa que se aprecia mucho mejor en una lectura en voz alta. … Las imágenes son límpidas y sencillas, alejadas tanto de la truculencia como de la ambigüedad en que, últimamente, se embosca tanta falsa poesía. Y destaca la alternancia entre verso libre o estructurado, con una gran facilidad en diferentes acercamientos.

Se descubren pasajes, hallazgos de calidad conceptual (y no sólo música o estilo) como en los últimos versos de Azul: “Volver a aquel cielo indemne… / cuando tu tiempo y el mío / eran un mismo momento”…

He sentido, en suma, una gran emoción al leer “Cielos Rasos”, un poemario que llega desde las sombras del dolor para dar un abrazo compasivo. Que es valiente y vehemente como la fuerza del viento... Que se eleva en la claridad desnuda del sufrimiento para vencer la amargura y sigue luego latiendo, como un corazón rojo adolescente.

Tengo claro que en “Cielos Rasos” y en el corazón de Pilar Elvira hay intensidad, hay poesía a raudales. Y que la autora cuenta con una voz propia con la que transmitirnos lo que siente.

Cierro este prólogo con una cita del excelente profesor George Steiner, que parece pensada para la ocasión:

“… porque el poeta ha hecho del habla un dique contra el olvido, y los dientes agudos de la muerte pierden su filo ante sus palabras.”

 

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